BComú no se presentó con un programa independentista ni en el que se plantease la posibilidad de apoyar esa opción, al menos, no sin una consulta ciudadana previa. No se entiende que Ada Colau haya declarado ahora que participará en la manifestación del 11 de septiembre como alcaldesa. La manifestación del 11S será por la independencia y ella estará representando a toda la ciudadanía de Barcelona, también los cientos de miles que se oponen
Fueron los partidos independentistas, y muy especialmente Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) y Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), quienes plantearon las elecciones municipales en términos de primera vuelta del 27S. El President Mas lo dejó meridianamente claro el viernes anterior a la votación cuando afirmó que, sin Barcelona en manos de un independentista, el proceso lo tendría difícil para salir adelante (“no ens en sortirem”). Era un descarado intento de atraer el voto útil independentista hacia Xavier Trias, pero reflejaba también algo que muchos comentaristas habían indicado en las semanas previas: la batalla de Barcelona era decisiva, porque sin Barcelona el “proceso” tendría plomo en las alas. Pues bien, la llamada de Mas no surtió efecto y Barcelona no va a estar en manos de quienes impulsan el proceso independentista catalán. ¿O sí? Veamos.
Barcelona en Comú (BComú) se presentó a las elecciones con una posición aparentemente clara en lo relativo a la cuestión nacional: defensa del derecho a decidir, y, en su caso, convocatoria de una consulta ciudadana para decidir si la ciudad debe incorporarse o no a la Associació de Municipis per la Independència. En el programa no había ni una sola referencia a que BComú apoyase (o rechazase) la independencia y, desde luego, por ningún lado salía que se iba a apoyar (ni tan solo plantearse hacerlo) el “full de ruta” firmado por CDC, ERC, la Assemblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium Cultural. Todo el mundo sabía, por otra parte, que BComú era el resultado de la confluencia de partidos y grupos políticos diversos, algunos federalistas y otros independentistas. La propia Ada Colau había confesado haber votado Sí-Sí el 9N, pero también no ser independentista. No son dos afirmaciones muy coherentes entre sí, pero dejo esa cuestión para otro momento, porque ahora me interesa otra cosa.
Lo que se deriva del párrafo anterior es que BComú no se presentó con un programa independentista ni en el que se plantease la posibilidad de apoyar esa opción (al menos, no sin una consulta ciudadana previa) De hecho, si se mira el programa de BComú, y sobre todo sus puntos prioritarios, se verá claramente que la cuestión nacional y, más específicamente, la de la independencia no ocupan un lugar relevante. El eje que permitió construir BComú fue el social, y la solución a las discrepancias sobre la cuestión nacional entre los diferentes componentes de la plataforma electoral fue la que se ha indicado más arriba.
Pero en la hora de los pactos, resulta que los votos de ERC en el consistorio son esenciales para hacer alcaldesa a Ada Colau y, especialmente, para poder gobernar los próximos cuatro años. Y ERC planteó, como condición sine qua non para su apoyo a Colau, que esta y su grupo se pronunciasen inequívocamente por la independencia. En un primer movimiento defensivo, pero que deja bien claro dónde está la hegemonía política en este momento en Cataluña, Colau declaró que ellos no serían un obstáculo para el “proceso”. En realidad, con ello ya fue un paso más allá de su compromiso electoral, porque el “proceso” ya no es el derecho a decidir, sino la independencia. Y si alguien declara que no solo no va a ser un obstáculo para el “proceso”, sino que va a ser, incluso, como afirmó poco después la propia Colau, su mejor aliado, entonces está colocándose en una posición donde, en mi opinión, la inmensa mayoría de sus electores no pretendía que se colocase cuando depositó su papeleta en la urna.
El voto joven que se estrenó en estas elecciones y el proveniente de sectores tradicionalmente abstencionistas, no parece que vibre demasiado con la exhibición de esteladas ni con las concentraciones masivas como la que se anuncia para el 11S en la Meridiana
Unos días después del órdago de ERC y de esas declaraciones poco tranquilizadoras para muchos de sus votantes, Ada Colau ofreció la imagen que esperaban de ella quienes habían dado su confianza a la candidatura que encabezó: fidelidad al programa y cumplimiento del mismo hasta allí donde las circunstancias lo permitan. Eso fue lo que hizo al rechazar la exigencia de ERC con el argumento de que BComú no había contemplado en su programa la incorporación a la hoja de ruta patrocinada por Mas y Junqueras. No ha pasado ni una semana de esta razonable argumentación, y Ada Colau vuelve a sembrar dudas sobre qué hará un Ayuntamiento encabezado por ella en relación con un posible proceso unilateral de independencia en Cataluña. Un nuevo cambio de posición que, junto a otros que se han producido en las últimas semanas en otros temas, pudiera llevar a pensar que a Ada le falta políticamente un hervor (en el mejor de los casos) o que (en el peor) para ella eso de los principios es relativo y que, como hubiera dicho el gran Groucho, si no nos gustan esos, tiene otros.
De otra manera no se entiende que, tras reunirse este lunes con los líderes de la ANC y de Òmnium, haya declarado que participará en la manifestación del 11 de septiembre, no a título individual, en ejercicio de sus derechos de ciudadana, sino como alcaldesa. Y el argumento es que con ello mostraría el apoyo institucional al “proceso” y reforzaría la pluralidad del mismo. Colau parece olvidar que la manifestación del 11S no será por el derecho a decidir, sino por la independencia, y que la única pluralidad que tiene el “proceso” en este momento es la que hay entre independentistas de derechas e independentistas de izquierdas. Como alcaldesa, Ada Colau representará a toda la ciudadanía de Barcelona y no puede ignorar que cientos de miles de barceloneses votaron el 24M a candidaturas que se oponen abiertamente a la independencia de Cataluña o que, como mínimo, y sería el caso de la suya propia, no hicieron bandera de ella en la campaña electoral. Es más, Colau no puede no saber que una gran parte de sus votos provienen de un electorado que ha votado tradicionalmente socialista y que esta vez no lo ha hecho, no por la tibieza del PSC con el “proceso” (quienes se fueron por ese lado han acabado en ERC, no en BComú), sino por su tibieza izquierdista y su responsabilidad pasada en las políticas que han llevado al desastre social en el que estamos. Ese granero de votos, que se suma al aportado por ICV-EUiA, el voto joven que se estrenó en estas elecciones y el proveniente de sectores tradicionalmente abstencionistas, no parece que vibre demasiado con la exhibición de esteladas ni con las concentraciones masivas como la que se anuncia para el 11S en la Meridiana.
Esta última afirmación no es una mera suposición, sino que hay datos que permiten sostenerla contundentemente. Para empezar, no debe perderse de vista una cuestión creo que muy relevante: en Barcelona se presentaron en las pasadas elecciones dos candidaturas con programas muy similares en casi todo, excepto en la cuestión nacional: la de BComú y la de la Candidatura d’Unitat Popular (CUP.) De hecho, los programas están tan próximos que la CUP no ha tenido problemas para ir en otras ciudades (Badalona, Terrassa…) con grupos que en Barcelona formaban parte de BComú. Programas similares en lo social, en lo económico y en muchos aspectos políticos. Pero con una divergencia radical: mientras la CUP defendía sin reservas la independencia y la creación de una República Catalana si el 27S hay mayoría independentista en el Parlament, BComú no lo hacía y optaba por la prudente (ambigua, dirán algunos) posición antes mencionada.
Eso quiere decir que quienes en Barcelona estaban por una propuesta de ruptura política y cambio social podían escoger entre dos candidaturas muy similares en función de sus preferencias en la cuestión nacional, y más concretamente de su posición sobre la independencia. Con esta premisa, analicemos algunos datos relativos a los resultados electorales del 24M.
La primera evidencia es que BComú recabó el 25,21% de los votos en la ciudad, frente al 7,42% de la CUP. Es posible que una parte de los votos de BComú pudieran venir de sectores independentistas, pero dudo mucho que fuese un porcentaje relevante habida cuenta de que la CUP cubría nítidamente esa opción. Pero veamos algunos datos especialmente significativos. Los 10 barrios de Barcelona donde BComú obtuvo sus mejores resultados fueron, por este orden, Vallbona, Trinitat Nova, Torre Baró, Can Peguera, Prosperitat, Bon Pastor, Marina del Prat Vermell-Zona Franca, Roquetes, Canyelles y Baró de Viver. En ellos, el resultado de BComú osciló entre el 40,3% de Vallbona y el 37,4% de Baró de Viver. Pues bien, en esos diez barrios, la CUP no llegó al 5%, con la sola excepción de Can Peguera, donde obtuvo el 8,2%. En los otros nueve barrios, su resultado osciló entre un mínimo del 1,0% (Marina del Prat Vermell-Zona Franca) y un máximo del 4,6% (Vallbona).
Si en el conjunto de la ciudad, BComú multiplicó por 3,4 los votos de la CUP, en Marina del Prat Vermell-Zona Franca lo hizo por 37, en Baró de Viver casi por 21, en Torre Baró por más de 17, y en Vallbona casi por 9. Nótese que en esos 10 barrios (que están entre los de menor renta de toda la ciudad), la CUP estuvo en todos (menos, nuevamente, en Can Peguera) muy por debajo de su media en el conjunto de Barcelona (7,42%) Esos barrios tienen una estructura social netamente popular, de clase trabajadora y predominantemente castellanohablante. Una estructura idéntica a la de localidades del área metropolitana de Barcelona como Santa Coloma de Gramanet, L’Hospitalet o Cornellà donde el nacionalismo catalán ha sido reducido a la irrelevancia y donde las posiciones contra la independencia son abrumadoramente mayoritarias.
BComú ha ganado las elecciones por sus propuestas de ruptura política y de cambio social, pero también porque se ha presentado como el ejemplo de lo que debe ser la nueva política
BComú ha ganado las elecciones porque esos barrios (y otros muchos de características similiares donde BC ha superado el 30% de votos, como La Clota, Verdun, Ciutat Meridiana, Teixonera, Carmel, Besòs i Maresme…) se movilizaron masivamente para desalojar a la derecha independentista del Ayuntamiento. Lo hicieron movidos por el eje social (despreciaron absolutamente el voto independentista a la CUP) y seguramente no entenderían cómo su voto puede llegar a ser utilizado para hacer del Ayuntamiento dirigido por Ada Colau el mejor aliado del “proceso”.
BComú ha ganado las elecciones por sus propuestas de ruptura política y de cambio social, pero también porque se ha presentado como el ejemplo de lo que debe ser la nueva política. Pues bien, esa nueva política no puede iniciar su camino traicionando a un amplísimo sector de sus bases electorales. Peor: no puede empezar utilizando el voto de sus electores para avanzar justo en la dirección contraria a la que, en la cuestión de la independencia, la mayoría de los mismos querría situarse.
Todo ello, además de éticamente grave, sería un inmenso error político. Si algo han demostrado las elecciones del 24M en toda España es que la confluencia de las fuerzas situadas a la izquierda del PSOE (el PSC en Cataluña) es la única posibilidad de desbancar (en colaboración postelectoral con los socialistas) a la derecha española y catalana de las posiciones de poder que ocupa. En Cataluña, como ha demostrado BComú, esa confluencia solo es posible poniendo el eje de la política en la cuestión social, sin que eso suponga renuncia al cambio del modelo territorial del estado español en un sentido radicalmente federal y plurinacional, pero siendo conscientes de que, en este momento, esa no es la prioridad para muchos de los potenciales votantes de un Frente Amplio. Las declaraciones de Ada Colau el pasado lunes no ayudan precisamente a esa confluencia, y más bien la dificultan y ahuyentan a un electorado que puede no estar seguro de lo que se va a hacer después con su voto.
Finalmente, y por si Colau no se ha dado cuenta, la manifestación del 11S ya ha sido presentada como el acto unitario con el que abrirán la campaña electoral catalana los partidos que han firmado el “full de ruta”. Con el anuncio de su presencia en la manifestación, Colau puede estar dando apoyo a un acto electoral de los competidores directos de una hipotética formación equivalente a la que a ella la va a llevar a la alcaldía. Así pues, Ada, piénsatelo un par de veces y no te equivoques.