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en tiempos de incertidumbre convocar a la historia para que sea la fuente de una nueva normatividad es errar por completo el tiro. Semejante tarea la pueden llevar a cabo las caricaturas de la historia, pero no la historia misma. Caricaturas de las que, por lo demás, andamos sobrados por aquí. Tal vez sea por eso por lo que el Ayuntamiento de Barcelona decidió en su momento designar como máximo responsable de la programación conmemorativa del Tricentenario de 1714 al director de un conocido programa de humor, y que la Generalitat hiciera lo propio, para los mismos fastos, con alguien que se hacía llamar Mikimoto. «La historia no está para eso» (El País, 15 de marzo de 2015)