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El 9N no puede contentar ni a los soberanistas ni a los partidarios de la permanencia de Catalunya en España porque ninguna de las dos partes puede adjudicarse la victoria

Una semana después del 9-N, embalsada ya la euforia inicial de unos y otros, el balance del «proceso participativo» no puede contentar ni a los soberanistas ni a los partidarios de la permanencia de Catalunya en España –eso de unionistas suena a seguidores del Real Unión de Irún– porque ninguna de las dos partes puede adjudicarse la victoria. Ni fue un «éxito total», como dijo Artur Mas , ni un «absoluto fracaso» del independentismo, como afirmó Mariano Rajoy.

La realidad es que, tras dos años de «raca-raca», como dice Peridis , el independentismo no crece sustancialmente desde el salto del 2012, pese a los números que se repiten en las encuestas y a la gigantesca campaña de propaganda a la que asistimos, en la que constantemente se toma la parte (la Catalunya independentista) por el todo (la Catalunya real). ¿Dónde están el 70%-80% de partidarios del derecho a decidir que salen en los sondeos o el 49% de independentistas? Con todas sus imperfecciones, el 9-N es la última encuesta más fiable que tenemos: 1.861.753 votantes del sí-sí (29% del censo), cifra similar a la del independentismo en las últimas autonómicas. La otra encuesta reciente más fiable son las europeas de mayo: ERC y CiU sumaron 1.142.867 votos (45,53% de los votantes), a los que, siendo generosos, podríamos sumar la mitad de los sufragios de ICV y Podemos (unos 185.000). La participación, es cierto, no llegó al 50% (47,63%).

¿Significa esto que los partidarios de la unidad de España pueden cantar victoria y adjudicarse, como ha hecho Rajoy , a todos los abstencionistas? En absoluto. Este campo tiene además la dificultad de que, como diría José María García , es el ejército de Pancho Villa , todos desperdigados, sin líder y por ahora sin proyecto alternativo porque la reforma constitucional que Rajoy debería impulsar, porque es quien gobierna, se la deja a la oposición. Rajoy salió tres días después del 9-N, fuese y no hubo nada.

(El Periodico, 17 de noviembre de 2014)