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Al decir de la consulta, un tercio de los catalanes quieren la independencia y dos tercios otra cosa aunque no estoy seguro de si una novia en Canarias para los fines de semana o un poco de entendimiento. A ojo, estamos sin cobertura entre dos y tres millones de catalanes. El presidente de la Generalitat ni nos menciona ni nos habla. Somos mayoría, silenciosa y un poco vaga pero mayoría, y no es justo que seamos los pagafantas de las fiestas, que ya son muchas, mientras el president nos envía al limbo y ustedes en Madrid miran el telediario

A ver si hay suerte y alguien en Madrid, que no sea Amancio Amaro Varela ni Pedro Monago, lee este mensaje: estamos aquí unos cuantos millones de catalanes sin cobertura (los que no votamos el domingo).

No llevamos medio día sin cobertura -que ya se hace largo-, sino meses y meses y nos gustaría, ahora que hemos superado el 9-N sin rompernos la crisma, que alguien nos echara un cable. Aquí somos invisibles y es una pena porque hay varias señoras estupendas en el grupo que no merecen la invisibilidad anticipada.

A ojo, estamos sin cobertura entre dos y tres millones de catalanes.

Han vuelto mis traumas infantiles. Fui un niño feliz, alimentado, hijo de papá y mamá -aunque luego tuvieron la ocurrencia de darme un hermano y al final fuimos cuatro- y matriculado en un cole privado catalanista. Tres palabras terroríficas truncaron tanta dicha: inclusa, orfandad y la Virgen de los Desamparados.

A la inclusa iban los niños expósitos, bebés abandonados. Hoy, nadie escribe «es un expósito» ni quedan inclusas aunque haya muchos hijos de puta sueltos. La última vez que oí la palabra fue al hablar de Gregorio Tebar Pérez, matador de toros en activo -aunque lleva ocho años sin un contrato- que se anuncia como el Inclusero. De huérfano sale orfandad, palabra triste, muy de noviembre, mes sin virtudes. La existencia de una Virgen de los Desamparados sugería una figura humana infinitamente sola, el desamparado, el pobre más pobre, un desgraciado con buena fe y mala estrella. ¡Qué palabras aquellas!

Ya sé que en Madrid andan muy atareados y no acaban de acertar con lo de Catalunya. Por eso he empezado esta columna petitoria con el «sin cobertura» telefónica que es actual a la par que neutro y no hablando de señores desamparados, niños abandonados o catalanes huérfanos de padre y madre, que resulta dramático.

Al decir de la consulta, un tercio de los catalanes quieren la independencia y dos tercios otra cosa aunque no estoy seguro de si una novia en Canarias para los fines de semana o un poco de entendimiento.

El presidente de la Generalitat ni nos menciona ni nos habla y eso que ahora «vuelve» a liderar Catalunya tras dos años de rehabilitación por su batacazo electoral del 2012 y se le ve contento. Somos mayoría, silenciosa y un poco vaga pero mayoría, y no es justo que seamos los pagafantas de las fiestas, que ya son muchas, mientras el president nos envía al limbo y ustedes en Madrid miran el telediario.

Ahora que empieza otra etapa, pediría a España que haga un esfuerzo antes: más afecto y algunas propuestas. De lo contrario, los que vivimos aquí y no estamos por esta «revolución democrática» -siempre ganan los y las ayatolás- vamos a acabar de internos en un gran orfanato al que nadie se acerca ni siquiera de visita.

(La Vanguardia, 11 de noviembre de 2014)