En la Barcelona del 2024 el mundo de la educación habrá cambiado una enormidad. Ya no tendremos un ministro que quiere españolizar a los niños, sino un ministro nuestro, catalán. Las tradiciones no estarán en peligro porque Cataluña no habrá dejado de ser cristiana. Tampoco habrá corrupción, porque, sin saber muy bien cómo, la independencia se la habrá llevado por delante. Todas estas afirmaciones se oyeron en el Saló de Cent el pasado miércoles, durante la presentación del libro blanco Barcelona, capital d’un nou Estat. Un total de 148 personas han participado en ese ejercicio de pensar cómo sería la capital de una Cataluña independiente. «Banalizar el presente y el futuro» (El País, 9 de noviembre de 2014)