Editorial de Federalistes d’Esquerres, 17 de noviembre de 2014
Superado el simulacro de consulta del pasado 9 de noviembre, es preciso que la ciudadanía exija a los partidos políticos un ejercicio de máxima claridad en sus posiciones y propuestas. Hasta ahora, la confusión y la ambigüedad han imperado en el llamado debate territorial. Es poco probable que se celebre un referéndum legal, pero en el horizonte está la hipótesis de unas elecciones anticipadas al Parlamento catalán, que algunos pretenden que sean “plebiscitarias”. En cualquier caso, se deviene urgente que los ciudadanos y ciudadanas de Cataluña reclamen de los responsables políticos que hablen claro.
Claridad que implica que todos y cada uno de los partidos expliciten en sus programas, sin ambigüedades, si están o no por la separación de Cataluña, y en caso afirmativo cómo plantean llevarlo a cabo, en qué plazos, con qué aliados internacionales y con qué características del nuevo ente político Deben abandonarse los subterfugios, como “soberanía”, “libertad”, “derecho a decidir”, “un país nuevo” y demás. Hay que hablar claramente de separación o secesión, o de una arquitectura institucional federal con características claras, o de otra opción explícita y detallada.
Claridad que implica que quienes estén en contra de la secesión, ofrezcan al electorado una alternativa detallada (no basta con decir “Estado no independiente” o “confederación”) que no sea el mantenimiento del statu quo. Para Federalistes d’Esquerres, esto pasa, como mínimo, por el compromiso de una reforma constitucional que dé paso a un Estado español con estructuras federales y que reconozca plenamente el carácter pluricultural y plurilingüe de España.
Claridad que exige que se fijen unas reglas claras que, en línea con la Ley de Claridad de Canadá del año 2000, establezcan los requisitos básicos para que un acuerdo de secesión obligue al Gobierno del Estado a negociar las condiciones de una separación. Esto pasa, en caso de referéndum de independencia, por una pregunta clara y explícita; un porcentaje de participación mínimo y una mayoría reforzada para que el resultado sea válido si la opción separatista resultase triunfadora.
Y en el caso de que algunos pretendan que sea el Parlament quien declare unilateralmente la independencia, no debe bastar con una mayoría simple, ni siquiera absoluta, de los diputados. Si el Estatut (título VII, artículos 222 y siguientes) establece que para la reforma del mismo se requiere el voto favorable de las dos terceras partes de los miembros del Parlament, razón de más para exigir una mayoría reforzada para decidir una secesión. Resulta preocupante el silencio que, a este respecto, mantienen los partidos a favor de la separación. Aún peor: de forma indirecta los dirigentes de Esquerra Republicana niegan la necesidad de una mayoría reforzada y abogan por el cincuenta por ciento más uno de los diputados.
Claridad que se traduce en juego limpio, tanto por parte de las administraciones, que deben limitarse a fomentar la participación, como de los medios públicos, que deben demostrar que son capaces de mantener una estricta neutralidad sin que sea necesario imponerles cuotas.
Claridad que exige que, unos y otros, demuestren al electorado la viabilidad internacional, las incertidumbres y costes asociados, y no sólo los eventuales beneficios, las ventajas y desventajas de la separación, tanto de orden económico como político y social.
Solamente con claridad podremos tomar una decisión democrática y libre en un mundo de soberanías complejas y crecientemente compartidas .
Federalistes d’Esquerres, 17 de noviembre de 2014
1 comentario