No he podido sustraerme al impacto de ver el largo abrazo identitario de Artur Mas, el representante político oficial de la burguesía catalana y de los 23 años del gobierno de Pujol con David Fernández de la CUP, el representante de la vanguardia «revolucionaria» independentista de los «Països Catalans». En un sencillo abrazo han simbolizado la imagen de «un solo país, una sola clase», haciendo una síntesis perfecta de cómo una identidad abstracta inventada y excluyente es capaz de superar y liquidar las diferencias de clase y de intereses
No tengo ninguna intención de hablar sobre el culebrón nacional-independentista que vive Catalunya, ni sobre las rancias respuestas del gobierno en torno a él. No es que me deje indiferente, pero cuando ves que la emoción vacua, sin principios solventes y sin lógica sustituye a la razón histórica y política, lo mejor es hacer mutis por el foro, no meterte en el charco y continuar defendiendo lo que consideras elemental: una reforma constitucional de carácter federal y social.
Ya escribí hace poco«salga el sol por Antequera». A pesar de lo dicho no he podido sustraerme al impacto de unas pocas imágenes. La primera, es que lo más claro politicamente y lo más «tierno» humanamente de la jornada es el largo abrazo identitario de Artur Mas, el representante político oficial de la burguesía catalana y de los 23 años del gobierno del Molt Honorable Jordi Pujol Soley y de CIU, con David Fernández de la CUP, el representante de la vanguardia «revolucionaria» independentista de los «Països Catalans».
En un sencillo abrazo han simbolizado la imagen de «un solo país, una sola clase», haciendo una síntesis perfecta de cómo una identidad abstracta inventada y excluyente es capaz de superar y liquidar las diferencias de clase y de intereses y la lucha consecuente que emana de ello. Solo faltaban en el abrazo para que el idilio país-clases fuera perfecto, un exultante Oriol Junqueras, auxiliar de CIU para lo que convenga, y un encogido quiero y no puedo Joan Herrera.
Ah, para que no faltara nadie, la foto de Jordi Pujol y Marta Ferrusola votando, sumado a lo anterior, es normalizar la vida catalana demostrando que los corruptos, si son «nuestros», tienen siempre un papel destacado en nuestras vidas.
Y estamos a día 10 de noviembre. ¿Habrá política para abordar el conjunto de problemas que tenemos encima o continuaremos en el peligroso juego del «patriotismo» nacional-independentista y del conservadurismo «patriótico» de esencias reaccionarias? Ustedes tienen la palabra.