Maragall no hizo otra cosa que dar un paso más en su estrategia de impulso de una solución federalista que permitiera a España recuperar el aliento descentralizador de la Constitución y asegurar la consolidación del proyecto hispánico de convivencia. No deja de ser significativo que las dos comunidades autónomas cuyos presidentes asumieron posiciones más nacionalistas y vociferantes en contra de los movimientos federalizadores lanzados desde Cataluña, es decir, Extremadura y Castilla-La Mancha, sean actualmente unos firmes baluartes del poder autonómico de la derecha popular. «En defensa de Pasqual Maragall» (El País, 11 de octubre de 2014)