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El soberanismo ha vaciado de contenido político a la capital, como si fuera una comarca más de una Cataluña homogénea. La ciudad está gobernada por quienes piensan que es mejor estar aislados que ser españoles. Controlada, global solo en lo turístico, valdría la pena… ¡que se independizara!. “Lo que le espera a Barcelona” (El País, 9 de octubre de 2014)