Enviemos la Inoxcrom al museo y llamamos cumbres a citas patéticas…
Cuesta reprimir el sarcasmo: ¿ya está expuesta en el Museu d’Historia de Catalunya la Inoxcrom -¡de fabricación catalana!- con la que el president Mas firmó el decreto de la convocatoria de la consulta del 9 de noviembre? Fue otro «día histórico», otro «un antes y un después», otro ejemplo de «la astucia» que nos distingue, a diferencia de esos paletos españoles que trabajan poco, roban, derrochan en ejércitos y no entienden de democracia.
Desde el solemnizado 27 de septiembre ha sucedido algo grave en Catalunya: el deterioro del sentido común y la aceptación de una ficción absurda. En consecuencia, ahora nos importa poco exponernos al ridículo con la convocatoria de una votación a la búlgara, de costellada, como la histórica de Arenys de Munt del 2009: un 96,2% de votos a favor da la independencia y 59% de abstención.
¿Es este el paradigma democrático al que aspira un president que habla inglés?
Han sido 17 días de vodevil del Paral·lel con ínfulas de la Comédie Française. ¿Era necesario montar esta obra pretenciosa cuyo desenlace no satisface a nadie y deja en entredicho la madurez de la sociedad catalana en su conjunto? O das palmas o te expulsan del tablao. Vamos, me temo, hacia una sociedad de patriotas y otros catalanes, los ninguneados.
La verdad asoma: o el Govern de Catalunya trata de negociar sin chantajes previos, sin prisas adolescentes y con lealtad -no han sido años para devolver dinero a Catalunya: la caja está vacía- o esta pantomima va a eternizarse, con un desgaste insoportable que puede desprestigiar a unos y a otros.
El president Mas nunca habla de independencia pero la promociona y lo hace con metáforas impropias de un jefe de Gobierno europeo. Este es un proceso sin estadistas en Catalunya y así nos luce el pelo. Las urnas negaron a Mas en el 2012 y darán pronto poder a ERC, cuyo paso por la Generalitat invita a ponerse a temblar.
-Votemos y ya está.
El mantra soberanista ha sido un éxito. ¿Quién es tan cretino, déspota o insensible para negarse a una bonita jornada electoral? Hay un sector unionista dispuesto a votar algún día en un referéndum siempre y cuando pueda decir algo sobre la hora, el día y el año, y sin preguntas marcadas, como pretende el Govern y un sector del país, cada vez más populista, soberbio y fantasioso. Llenar las calles de gente, por numerosa y simpática que sea, y hacer cálculos equívocos sobre la realidad parlamentaria no da derecho de pernada. Da derecho a ser escuchado. ¿Y cómo quieres que te escuche y dialogue un presidente de Gobierno al que pones en los morros y sin avisar un referéndum encubierto llamado a fracasar?
Vamos bien, president. Mientras enviemos el Inoxcrom de la nadería a un museo de historia y llamemos cumbres a tres reuniones patéticas…
(La Vanguardia, 15 d’octubre de 2014)