Cuanto más poníamos en evidencia la corrupción y el nepotismo que suponían los beneficios y contratos que obtenían la mujer y los hijos del presidente a través de CiU, más votos obtenía esta coalición. Intentamos escribir un libro serio, periodístico, equilibrado. Lo publicaron en 1991. Entero no. Desapareció un capítulo. Precisamente, el que dedicábamos a los negocios de la mujer del presidente Pujol, sus hijos y sus círculos más cercanos
Un buen día, me contactaron de “Ediciones Temas de Hoy”. Amando de Miguel i José Luis Gutiérrez acababan de publicar en esta colección de la Editorial Planeta “La ambición del César”, un libro que llevaba el suave subtítulo de “Un retrato político y humano de Felipe González”, pero que, en realidad, era un ataque brutal contra el entonces presidente del Gobierno español. Le daban palos por todos lados y no le perdonaban ningún insulto o palabra despectiva. No era un libro sobre Felipe González. Era un libro contra Felipe González.
Querían que hiciéramos uno del mismo tono contra Jordi Pujol. Nos lo pedían a Jaume Reixach y a mí. Ambos habíamos escrito, conjuntamente con Enric González, “Banca Catalana, más que un banco, más que una crisis”, publicado el 1985. A mí me daba mucha pereza, porque ya llevábamos unos cuantos años denunciando las irregularidades y corrupciones vinculadas al Gobierno de Jordi Pujol desde nuestras trincheras periodísticas y parecía un esfuerzo inútil. Incluso contraproducente. Cuanto más poníamos en evidencia esas corrupciones (incluido el nepotismo que suponían los beneficios y contratos que obtenían la mujer y los hijos del presidente a través de las administraciones que governaba CiU) más votos obtenía esta coalición y mejores resultados le auguraban las encuestas.
No supe negarme. Eso sí, intentamos escribir un libro serio, periodístico, equilibrado. No un panfleto. Temí que a los editores no les gustase esa opción y que hubieran preferido una mayor dosis de improperios, pero publicaron el libro en 1991. Entero no. Desapareció un capítulo. Precisamente, el que dedicábamos a los negocios de la mujer del presidente Pujol, sus hijos y sus círculos más cercanos. Lo justificaron diciendo que temían que nos/les lloviesen las querellas por lo que habían escrito.
Aquel capítulo desapareció con el paso del tiempo. No conservamos ningún archivo. Han pasado más de veinte años. Me hubiera gustado repasarlo ahora. Me gusta creer que si se hubiese publicado aquel capítulo quizás no hubiéramos llegado donde estamos hoy. Al fin y al cabo, entonces sólo hablábamos de Marta Ferrusola poniendo las plantas de su empresa en algunas consejerías, de algunos hijos recibiendo contratos de administraciones gobernadas por el grupo político que presidía su padre y de los consejeros y diputados que compaginaban su función pública con negocios privados.
Pero no me hago ilusiones. Jaume Reixach siguió, prácticamente en solitario, la denuncia de esos hechos y los que fue descubriendo con posterioridad. La magnitud de los negocios de la familia Pujol han alcanzado magnitudes estratosféricas. Finalmente, nos hemos dado de bruces con una confesión de Jordi Pujol que nos ha dejado boquiabiertos.
Cuando me aparté del periodismo de investigación para profundizar en el periodismo social y solidario, tuve la certeza que abandonaba a Reixach a su suerte. A partir de entonces las amenazas y las querellas serían solo para él. Estoy en deuda con él y creo que Cataluña también.
Alguien jugó con el título del libro y dijo que la obsesión no la tenía Jordi Pujol sino Jaume y yo. Era una verdad a medias. La obsesión de Pujol era incuestionable, pero es cierto que a mí me obsesionaba que siento tan evidente que no jugaba limpio ni con el dinero de Banca Catalana ni con el de los contribuyentes catalanes, todo el mundo hacía como aquel que oye llover.
Ha llovido mucho desde entonces. La confesión de Pujol ha abierto los ojos a mucha gente ahora.
Pero tengo la sensación que ya es tarde.