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Un debate serio e institucional sobre la Monarquía no le debía de asustar a nadie y permitiría clarificar algunas cuestiones pendientes en un país tan poco monárquico como respetuoso con la institución, aunque la crisis económica, el empobrecimiento general de la población, los recortes en políticas sociales y, por contra, el escándalo Urdangarin y la imagen de los miembros de la familia real como un grupo de privilegiados a los que no afecta la crisis, ha situado a la Corona en las cotas más bajas de aceptación. “El rey que asistirá al debate republicano” (“eldiario.es”, 5 de junio de 2014).