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«Las democracias que operen en el estrecho marco de la defensa de su soberanía nacional estarán incapacitadas para responder a los retos que sus ciudadanos tienen enfrente. La efectividad de la respuesta al cambio climático dependerá de la cooperación internacional; la resistencia a las futuras crisis económicas, de cómo reformemos la unión monetaria; el éxito de las políticas sociales, de su capacidad a adaptarse a las diferentes realidades locales con las que se enfrenten. Para todo ello, el concepto de soberanía nacional no es solo inútil, es contraproducente.»

El triste regreso de la soberanía (El País, 2 de enero de 2020)