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El actual modelo autonómico debe culminar en un modelo federal. Es algo que se debería haber iniciado hace tiempo, antes de las aventuras de reformas estatutarias sin reformas constitucionales. Mucho más teniendo en cuenta que en el modelo autonómico ya hay elementos fundamentales del federalismo.

Es preciso un cambio y una adaptación de la actual Constitución. Cambio porque la Constitución de 1978 se correspondía a un momento histórico: salida de la Dictadura sin ruptura democrática ni proceso constituyente, por imperativo de la relación de fuerzas, y porque después de 35 años la realidad económica, social y política de España es otra; y adaptación, porque hay aspectos de esa realidad que chirrían en su contraste con la Constitución, sobre todo por el incumplimiento de los artículos de carácter social, los que van del 39 al 52.

Como señalo en el punto anterior, la realidad histórica más reciente in!uye en los debates. La realidad “histórica” general in!uye también, aunque está mediatizada por lo que no se ha acabado de hacer en la más reciente, lo que ha permitido un victimismo “histórico” basado en una reinvención. de la historia. El memorial de agravios del “oprimido” contra el “opresor”, bien orquestado en un momento de aguda crisis económica y social, consigue un amplio apoyo social. Aprender de las experiencias exige conocerlas bien, tenerlas en cuenta y actuar políticamente cuando corresponde, no quedarse estancado en la realidad de un momento determinado.

La realidad europea y mundial influye mucho en España, pero todavía no se ha visto como lo que realmente es: no he oído a nadie con mando en plaza, del PP, del PSOE, de CIU, del PNV…, decir que hay una crisis de sistema, que exige, como mínimo, una revisión en profundidad del mismo. A partir de ahí está claro que los debates soberanistas están en otro mundo. Por ejemplo, los independentistas catalanes, incluidos los que se llaman de izquierdas, sacan el eslogan “Catalunya, nou estat d’Europa”. Me parece peligroso recrear un mundo «cticio para sustituir al real. Cuando la razón se duerme nacen monstruos.

No sé si son viables procesos independentistas en España, ni las consecuencias económicas y «nancieras de los mismos. Estoy convencido de que, incluso desde un punto de vista estrictamente económico y «nanciero, las consecuencias serían negativas.
Y desde la perspectiva de los intereses colectivos es lo peor que puede pasar, fragmentando aún más lo que ya está fragmentado a causa de los cambios tecnológicos y su repercusión en la composición de la clase trabajadora, las crisis y los aventurerismos políticos. Pero lo peor de todo, para los que creemos en una perspectiva de cambio social, es que los procesos de
unidad social y popular de las personas que en cualquier lugar y rincón de España viven del producto de su trabajo y que, en circunstancias muy difíciles, han compartido proyectos, luchas, fracasos y avances, se resquebraja, creándose nuevas divisiones y fronteras.

No hay otro camino que el diálogo y el acuerdo político para ofrecer una solución que enfrente y solucione los problemas. Pero para que ello sea posible debe haber una amplia información a la ciudadanía, en la que ésta conozca las alternativas que propone cada grupo político, sindical, social e intelectual y pueda opinar y presionar para salir de esta situación. Yo no posiciones en lo que respecta a como organizar el Estado y modi!car la Constitución en tal sentido. Las diferencias principales estarán en lo que concierne a los derechos económicos, sociales, servicios públicos esenciales, vivienda, relaciones internacionales, guerra y paz…, es decir en todo lo que tiene relación con la división de clases.

Revista «Temas», diciembre de 2013.