Los federalistas nos hemos opuesto radicalmente, a lo largo del «Procés», a las visiones binarias, simplificadas, de la vida política. Contra los que quieren polarizar ( «conmigo o contra mí») los federalistas empezamos por reconocer la complejidad de la realidad y tenemos el convencimiento de que esta complejidad debe formar también parte de la solución. Por eso afirmamos que hay que avanzar hacia una España federal dentro de una Europa federal, que tenga el apoyo de amplias mayorías, con los instrumentos jurídicos adecuados (Estatuto de autonomía, reforma de la Constitución española, Constitución europea).
Sabemos que hoy no existe todavía una mayoría política a favor de esta posición, pero también sabemos que no hay una mayoría política a favor de la independencia unilateral. Por eso manifestamos nuestro rechazo a propuestas que dicen representar el punto de vista de la mayoría de los catalanes, como el reciente manifiesto que lleva el ambicioso título de «somos el 80%». Bajo esta presentación se resume un programa en tres puntos: puesta en libertad de los dirigentes políticos encarcelados; fin a la represión judicial y negociación de una solución política ( «sin condiciones ni renuncias», precisa).
Podríamos detenernos en la imprecisión de la propuesta: por ejemplo, ¿negociación sobre qué? ¿Entre qué dos partes? Pero más importante que esto es la constatación de que aunque el documento surgió de Òmnium Cultural y de la identidad de algunas personas firmantes, es una propuesta que confirma la estrategia del “procés” y se afirma que el único problema existente son las respuestas represivas que «Madrid» ha dado al “procés”.
Ni una palabra pues sobre la estrategia independentista; sobre la ilegalidad de sus acciones; o sobre la voluntad de empleo excluyente de todo aquello que es común (desde los medios de comunicación públicos hasta los «calles», pasando por el Parlamento, el gobierno o el tejido asociativo).
No resolveremos nada si nos interesamos por los epifenómenos, por graves o dolorosos que sean. Lo que hace falta es abordar la cuestión de fondo, construyendo un camino de salida que pueda ser mayoritario y no pretenda (engañosamente) que ya lo es ahora.