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“Su último invento se llama Crida, y representa el intento de subsumir a los dos movimientos independentistas, ahora desguazados, para jugar él mismo ese papel de líder-guía único. No necesita explicar sus argumentos partiendo de los hechos, pues le basta la roída coraza de la legitimidad que le otorga “el pueblo”, aquella que le permite encarnar a la nación catalana. Aparece así como el leviatán en cuyo cuerpo se acogen los catalanes, o, si me permiten salir del misticismo, un trumpismo mediterráneo con sede en Bruselas y lazo amarillo.”

Trumpismo mediterráneo. (El País, 4 de agosto de 2018)