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La proclamada pero non nata «república catalana» ni está ni se la espera, más allá de las fantasías de sus ideólogos y adeptos. Sin embargo, las consecuencias reales del fracasado Proceso para intentar conseguirla están aquí para quedarse pues sus orígenes vienen de lejos y sus efectos van para largo. Por ello, desde una perspectiva no sólo política sino sobre todo cívica sería un grave error estratégico intentar pasar página para entrar en una supuesta situación de «normalidad» sin emprender antes una ineludible tarea de claridad, con el propósito de avanzar en el desmontaje de la colosal impostura generada por el Proceso. Sus nocivos efectos han socavado profundamente los pilares de la convivencia democrática en Cataluña y provocado tensiones institucionales extremas al intentar subvertir el orden constitucional en España de forma ilegal, mediante la violación expresa de las normas vigentes, e ilegítima , porque no había necesidad urgente ni demanda social mayoritaria. Cualquiera que hayan sido o sean los problemas pendientes de reforma estatutaria y constitucional, es evidente que el Proceso ha demostrado en la práctica que no forma parte de las posibles soluciones.

El posprocés: Un banquete de consecuencias, por Tomás Jiménez Araya en SMQE, març 2018