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Según Daurella, en Cataluña estamos viviendo un proceso de ‘formación del espíritu nacional’ que axalta el concepto de nación oprimida frente al discurso federalista que hace hincapié en reforzar lo que se tiene en común

(por Beatriz Silva) ¿Por qué Cataluña no ha recuperado traumas recientes, como el de la Guerra Civil, para crear una épica nacional y sí lo ha hecho con el 1714? Es una de las cuestiones que abordó la tertulia federalista con la psicóloga Neri Daurella celebrada el jueves 14 de septiembre en librería Alibri y que giró en torno al título “A propósito del 11-S. Aspectos emocionales de la conmemoración de derrotas”.

Neri Daurella desgranó cómo el ritual conmemorativo de la derrota del 11-S se ha convertido en Cataluña en los últimos años en una manifestación independentista muy espectacular, que ocupa masivamente las calles.

“Lo que se ha hecho es reactivar un trauma de hace más de 300 años para utilizarlo emocionalmente al servicio de una ideología de reivindicación de derechos colectivos. Se cierran filas contra el enemigo exterior y se pretende convertir a la causa a los que no están convencidos. A los federalistas catalanes y españoles nos debería interesar reflexionar sobre estas dinámicas, que muchas veces se presentan como surgidas por generación espontánea y no como lo que son, una estrategia clásica de movilización nacionalista”, señaló.

Según Neri Daurella, en Cataluña, en estos momentos, estamos viviendo un proceso de ‘formación del espíritu nacional’ que recuerda en muchos aspectos al que se vivió en la época franquista. “La revolución nacional pendiente es la independencia, se reclama unidad nacional, más allá de los partidos y las clases, se pretende crear un movimiento nacional, aquí representado por organizaciones como la Asamblea Nacional Catalana y Omnium cultural, se manipula la historia en base a grandes mitos como que Cataluña es la nación más antigua del mundo, en lucha por las libertades desde siempre y con una unidad de destino con todos los territorios de habla catalana”, indicó.

También constató cómo este proceso ha inundado a la sociedad de rituales ligados al número mágico 1714. “En estas manifestaciones de masas, los individuos pierden gustosamente buena parte de la su conciencia de individualidad entregándose al placer regresivo de sentirse formando parte de un grupo grande, poderoso, que proclama sus anhelos con contundencia”.

Todo este proceso, apuntó, se refleja también en el lenguaje en el que se repiten mil veces palabras como «proceso», «hoja de ruta», «desconexión», «Estado propio», «derecho a decidir», «estructuras de estado», «RUI»,»DUI», «pantalla pasada”, «legalidad versus legitimidad», «expolio fiscal», «derechos históricos» y últimamente, “tsunami democrático».

Neri Daurella hizo referencia también a las investigaciones del psicoanalista nacido en Chipre, Vamik Volkan, quien ha analizado el componente psicoanálitico de los conflictos étnico-nacionales y cómo facilitar el diálogo entre grupos grandes para conseguir la coexistencia pacífica en lugares como las repúblicas bálticas, Georgia, Kuwait, Eslovaquia, Turquía y Alemania, entre otros.

“La mejor manera de combatir la intolerancia es favorecer los vínculos afectivos subrayando lo que tenemos en común”, concluyó.

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