No tenemos miedo, y seguiremos luchando por una humanidad solidaria que no tenga miedo
Los atentados terroristas en Cataluña que condenamos profundamente dejaron inicialmente un rastro en el ánimo de la ciudadanía de horror, estupor e incluso en algunos casos, miedo.
Pero a pesar de las incertidumbres, y de la confusión de los primeros momentos, ya en las mismas Ramblas, surgieron inmediatamente imágenes de ayuda mutua y solidaridad. A los mossos d’esquadra y la guardia urbana se sumaron enfermeros y enfermeras que voluntariamente se ofrecieron para socorrer a las víctimas en los cruciales veinte primeros minutos, hasta que llegaron las ambulancias.
A continuación, fueron personas que trabajan en las tiendas y restaurantes obligados a cerrar, así como el vecindario, quienes desplegaron miles de formas solidarias de atención y ayuda, desde la distribución de agua y comida, hasta la creación de ambientes distendidos para aliviar la angustia de los más pequeños. La petición de ayuda para la donación de sangre se vio incluso desbordada.
Las horas de personas atrapadas en los coches transcurrieron sin incidentes con muestras también de ayuda vecinal. Aunque el terror tiene como objetivo anular la mente y los deseos de vida de los que cree sus adversarios, la solidaridad humana está basada en la empatía, en la pulsión de vida, frente a la pulsión de muerte, y se muestra en los momentos duros, en las catástrofes, y en los miles de detalles de la convivencia ciudadana. Bien está que las instituciones se respeten y coordinen sus esfuerzos, pero la solidaridad, base de la convivencia ciudadana se ha expresado de forma espontánea y con gran fuerza.
La ciudadanía no sólo no tiene miedo, sino que ha expresado su voluntad de convivencia con actos. Un gran ejemplo para todos sus gobernantes, y que tuvo lugar en la gran avenida de la libertad y la diversidad, la Rambla de Barcelona.
No tenemos miedo, y seguiremos luchando por una humanidad solidaria que no tenga miedo.
Editorial Federalistes d’Esquerres, 19 de agosto de 2017
