La aparente solemnidad de la presentación de los preparativos del referéndum del 1-O no puede ocultar la realidad: lo que se prepara no es ni puede ser un referéndum. El silenciamiento de la oposición, la introducción de un trámite de lectura única o la desatención a los dictámenes del Consejo de Garantías muestran una voluntad de predominio de la mayoría y de exclusión de las minorías (lo que se confirma con las previsiones sobre la financiación de la campaña previa, la creación de una Sindicatura Electoral sin los requisitos que establece el vigente Estatuto, o las reglas sobre los medios de comunicación).