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En una de sus viejas canciones, Joaquín Sabina se pone en la piel de un soñador que, frente a la rutina cotidiana, se imagina viviendo otras vidas llenas de resonancias literarias (« Al Capone en Chicago, legionario en Melilla, pintor en Montparnasse»). Pues bien, el president de la Generalitat parece sufrir un síndrome parecido al del alter ego del cantautor en La del pirata cojo . En poco tiempo, Artur Mas se ha comparado a un capitán de barco que aguanta el timón en medio de la tempestad; a Moisés ante las aguas del mar Rojo; a Martin Luther King defendiendo los derechos civiles; a los mártires del Holocausto judío, y, ahora, en su viaje a la India, a Mahatma Gandhi llevando a su pueblo hacia la independencia. Una sobredosis de épica que casa mal con la tradición de Convergència, partido pragmático, de centro derecha, acostumbrado desde su nacimiento a las oficinas impersonales del poder y a las prosaicas políticas del peix al cove («Comunista en Las Vegas, ahogado en el Titanic , flautista en Hamelín»).
Otras cinco vidas
En la campaña electoral que le llevó al Palau de la Generalitat, Mas hizo suyo un grandilocuente lema de la tradición marinera: cabeza fría, corazón caliente; mano firme y pies en el suelo. Toda una declaración de intenciones de quien se veía a sí mismo como un viejo lobo de mar a punto de cruzar el cabo de Hornos («Morfinómano en China, desertor en la guerra, boxeador en Detroit»).
En la campaña para las elecciones de hace justo un año, la foto del candidato convergente era una copia del Charlton Heston abriendo las aguas («Confesor de la reina, banderillero en Cádiz, tabernero en Dublín»).
El pasado septiembre, Mas comparó la Via Catalana con la marcha sobre Washington de 1963 («Vocalista de orquesta, polizón en tu cama, mejor tiempo en Le Mans»).
En su reciente viaje a Israel, comparó la historia del pueblo catalán con la del pueblo judío («Viejo verde en Sodoma, deportado en Siberia, sultán en un harén»).
Y en la India ha dicho que el movimiento catalán se inspira en el de Gandhi («Mercader en Damasco, costalero en Sevilla, negro en Nueva Orleans»). ¿Quién da más?

«El Periódico», 25 de noviembre.