No son los los refugiados los que van a hundir la idea de Europa, sino la innoble utilización del problema que plantean. En la UE se discute hasta la saciedad lo que no debería tener discusión. Austria simplemente no tiene derecho a decir que solo aceptará 80 demandas diarias de asilo. Polonia, Hungría, Eslovaquia y República Checa no tienen derecho a perseguir a su minoría gitana, ni a expulsar a los musulmanes solicitantes de asilo. Merkel, a la que tantos errores cabe atribuir en la gestión de la crisis económica, se merece apoyo en su decidido respeto de las leyes de asilo. «Demasiadas señales de peligro» (El País, 21 de febrero de 2016)