La masa de nuevos llegados, da igual si refugiados, perseguidos, o simplemente en busca del sueño de una vida mejor, dispersados capilarmente incorporándose al vivir diario, ordinario, de los países de acogida, ha puesto de manifiesto tanto que Europa es un territorio compartido, como los dramas de Lampedusa, Lesbos o los de la frontera con Turquía o Serbia, son problemas de todos, problemas de Europa, de tal manera que han llevado al «Gobierno» de Europa a asumir y ordenar la acogida y asignar de manera obligada unas cuotas a todos los Países de la Unión.