Opinión

La velocidad a la que se ha ido desarrollando el procés en ocasiones dificulta valorar cada uno de sus pasos con el suficiente sosiego y la oportuna distancia. Todo ha ido muy deprisa y no ha habido día en estos años que no trajera aparejado un nuevo sobresalto. Propiciar el aturdimiento en la ciudadanía catalana ha sido algo claramente inducido desde el poder, que necesitaba mantener en un alto grado de excitación a los suyos. “Volem ser un país anormal” (El País, 22 de noviembre de 2015)