Opinión

Es difícil concebir en un máximo dirigente político tanta capacidad para negar la evidencia de los procesos judiciales que atenazan al partido que preside. Salvo que esa especie de caudillaje que ahora ejerce le haga creer que está por encima de las leyes o legitimado para incumplirlas. La reiterada infracción de este deber representa una traición a la confianza depositada en CDC por los electores. Traición que es una constante en la trayectoria política del partido desde que fue fundado y dirigido por quien —el expresidente Jordi Pujol— ahora ha reconocido que ha defraudado antes y después de su dedicación política. “¿A la independencia por la corrupción?” (El País, 28 de octubre de 2015)