¿Cómo se puede justificar que ahora sea precisamente un quién bien específico, Artur Mas, el que se convierte en una condición irrenunciable para continuar con el procés? Si tan valioso dicen que es el capital político que representa Mas, ¿por qué lo escondieron en el cuarto puesto de la lista en la campaña electoral? ¿A qué formación política con aspiraciones de gobierno se le ocurre desaprovechar un activo supuestamente tan estimable? «Una normalidad un poco rara» (El País, 11 de octubre de 2015)